sábado, 30 de octubre de 2010

SAETA ALADA

Anoche,
en la cima del mundo,
cuando la luna brillaba,
y en un deleite profundo
el goce se apoderaba
de este, todo mi cuerpo,
en las sedas de mi cama.
Anoche,
tan tarde o tan temprano,
con un grillo que entonaba
su canción en el rellano
y la luna confundiendo
tus caricias en otras manos,
mi cuerpo se contraía,
de placer iba vibrando,
iba cimbrando cadencias
por tu nombre, de pensarlo.
Anoche,
cuando la lluvia caprichosa
no caía, y la atmósfera me aplastaba
con su pezadez altiva,
una boca  me besaba
y mi cuerpo recorria,
tu nombre, saeta  alada,
de esta boca, se evadía.

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